miércoles, 18 de mayo de 2011

Violeta


Estamos solos frente a una multitud de pares de ojos luminosos, enfilados en una esquina que me mira amenazante.

Pero tú eres inmune al fuego que danza casi de una manera automática frente a mi rostro. A mis ojos que te miran insaciables mientras yo pienso en tu sexo, al cual siempre visualizo húmedo y amargo, un tanto oscuro, de aroma azul y un poco más profundo que el violeta.

El tiempo se acaba, así que paso a tu ventana y bajas tu cristal negro, me ofreces una moneda, la tomo de tu mano mientras observo tu cuerpo desnudo y deslizo mis pupilas hasta tus piernas, siempre cruzadas, ocultando tu sexo a mis ojos azules. Cierro mis parpados verdes y al abrirlos, como siempre, tu mano regresa a su lugar entre tus piernas y tus blancos dedos atacan insaciables la profundidad de tu persona mientras tu rostro se estira en un gemido, tus senos se endurecen y danzan al ritmo de tus suspiros, tus piernas se abren, tus ojos se tornan blancos y entonces… el verde marca tu partida.

Damián Baeza



Ixchel Rivera Bribiesca

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