martes, 15 de noviembre de 2011

Muerte en dos tiempo (fragmento)

I

A mi izquierda escuchó tu nocturno.

Mis nervios se agusanan, se quiebran en
 orgánica oscuridad. Nunca, tanto como
 hoy, la tierra nos sembró  distancia entre
 las manos.  

De la tierra nacen cruces cual si fueran
 flores, también a los lados de las vías del
tren: no las mueve el viento, no las
 quiebra el agua. Aquí las cuida un ángel
 quieto, las cosecha por las noches y se las
 pone de corona al viento.

Y sobre mi cara, encima de mis ojos
 ciegos de ataúd y tierra, una flor graba mi
nombre en el silencio de la noche. No me
 sueltes la mano, que está por
amanecerles allá arriba.

Fabián Velázquez
 velazquez00fab@gmail​.com



Ixchel Rivera Bribiesca

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