miércoles, 18 de mayo de 2011

El discurso quebrantado

-¿Quieres que tu noche sea extensa y activa?


Me pregunta con ritmo trémulo unido a un tono aligerado, apoyando el muslo en el semáforo. La miro, se acerca con paso tenue y silencioso.

- ¡No hay senos más suaves y tibios que dominen en esta esquina!, ni sexo de mariposa que consuma todo el néctar como el que me adjudicó la libido de mis padres.

Ella afirma pero no es suficiente, la imagino desnuda invitándome a su cuerpo donde descansan siete hombres de oficina a orillas de sus cabellos, la imagino convaleciente, en su sexo se duerme el día y se oculta la noche, en su sexo se forman ríos, caminos tersos donde beben y siguen los hombres el camino a la cumbre líquida de su cálido orgasmo, la imagino invitándome a mirar su piel acostumbrada a la carne mezquina y petulante, imagino su sexo descendiendo entre mis labios para que mi aliento lo fundiera en una lasciva marea espesa, manta viscosa en la que mi lengua duerme, líquida sustancia traslúcida, beso tu sexo, mojo tu sexo, beso tu…, mojo tu…, beso tu…, mojo tu…, sexo….., sexo…..

Un chasquido proviene de su boca, exactamente de su lengua cuando se separa súbitamente de su paladar, se quiebra el palacio de su cuerpo edificado en mi mente. Sus ojos se posan en el semáforo. Ahora somos ocho a una.

Anónimo


Ixchel Rivera Bribiesca

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