martes, 1 de noviembre de 2011

Un demonio ebrio

Encontrarás sin ninguna huella mía los vasos, limpios los hocicos y los vientres de las copas. Pero mis manos ya acarician otras pieles de cristal, y mis labios besan ya otros labios, e indagan y ya beben de otras vaginas, y en los bordes y dentro de esos recipientes ya también se encuentran mis dichos, mi llanto y mi saliva.

Dejé intactos los mares u océanos de licores

flotar a la deriva los pequeños cubos de hielo y sobre ellos

dejé naufragar las imágenes del recuerdo y mi locura

pero no existe frío que resista los noventa y seis alcohólicos grados

o los amaneceres atardeceres de esta vida

todo se ahoga ahí tienes como ejemplo a mi juicio

Dejé de beber licores y cervezas ayer hoy o mañana por la mañana

o por la tarde o medianoche que dejé de brindar por ti

No me verás más por las calles con tentáculos de pulpo o de anémona citadina

intentar sostener las paredes de un mundo que se derrumba

dejé de invocar con mis gritos y mi vómito a los demonios de la noche

que mis ropas se deshicieran con escandalosos perfumes con aroma a puta caliente

dejé limpio a mi cuerpo de ladillas y gemidos de hoteles de quinta clase

de los rastros de jabón enano


de ahora en adelante mi cuello es a prueba de graffiti chupetones y mordiscos

Dejé de beber alcohol pues no necesito ni siquiera un maldito sorbo

aunque sé que siempre seré un ebrio

siempre beberé angustias que tengan el sabor del ajenjo siempre

se deslizarán por mi garganta desesperaciones que tengan color a vino tinto

Dejé de brindar con whiskey vodka y tequila con sotol bacanora y mosquito

con mezcal aguardiente charanda alcohol de caña con pulque y colonche

dejé de brindar por el escorpión y la llama que producen todos ellos

porque ya fuera uno u otro se devorarán aquellas lágrimas de marica o mariamagdalena

que de vez en cuando traicionaban mi hombría tan bien fundada

Ya no busqué refugio en los altares de los bares las cantinas

pero no puedo dejar de comulgar con los sueños porque son éter y me elevan

ya no busco consuelo con vírgenes de burdeles de piqueras de la mala o buena muerte

pero no puedo negar mi sed ni colocar mis manos mi sexo en el lodo

para esperar que se me pudra el tacto sea caduca mi lujuria

o que a ambos le crezcan flores y raíces

Dejé de intoxicarme con visiones reales falsas artificiales o quimeras del paraíso

pero no puedo negarme a vivir también entre sombras

porque todas ellas tienen las piernas largas y siempre abiertas

Dejé de beber alcohol pero sigo regurgitando hacia dentro, defecando hacia arriba, y aún sigue inundado el lado oscuro de mis pupilas. Le corté el cuello a la rima con mis dientes, le arranqué las piernas al verso con martillo y sierra, fumé las cenizas de la poesía con cristales nicotina y alcaloides. Y yo sigo bebiendo, pero lo he dejado de hacer.

Un demonio escribe a mi nombre, y de forma extraña, con mis sentencias también escribe.


 Eduardo OlivaresMendoza

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