martes, 26 de noviembre de 2013

Azotea



Quería ser grande, tan grande que pudiera trepar por los techos y vivir siempre en esa azotea llena de trebejos que mi abuela arrumbaba en las tardes de limpieza. Los tinacos, carcomidos por el tiempo me parecían cápsulas del tiempo en los que yo, la pequeña valiente quería permanecer para salir de mi pequeño mundo reducido a tierra firme y al cual no quería pertenecer. Me gustaba ver la casa materna desde arriba, era conocer a quienes la habitábamos: los pantalones deslavados, las prendas interiores que se asomaban sin miedo y esas pinzas de colores que representaban los cambios der humor de algunos de nosotros. Yo siempre pensaba que era la de color amarillo, quizá porque imaginaba una vida extensa… no sé por qué tenía esa idea. En esa azotea entendí que nada de lo que dicen los mayor es es verdad, Laika según era el mejor amigo de mis tíos y vivía encadenado y ninguna puerta se le abría a eso que llamábamos hogar.

Una tarde comprendí que la azotea se convertía en mi imagen, sitio abandonado por todos y sin embargo necesario para continuar viviendo.

Blanca Vázquez: (México, DF, 1973).
Foto: “Senza vedere”, MaeC.

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