Foto: Patricia G. Lara |
Sabe de antemano que su
afición no es bailar, pero ella insiste, sabe que caerá pero… a quién le
importa.
-No, la mano va en la
cintura- ella lo sabe, pues la señorita Bradshaw se lo ha dicho.
Necesita suelo firme, pues
la polka debería sonar ya, sucede que la fiesta entre ellos y el cielo no ha
terminado, sabe que caerá, pero… a él no
le importa.
-Improvisación- ahora lo
hace bien, su mano está en el lugar correcto.
El sonido de la marimba no
es lo suyo, pero ha adoptado el ritmo valsístico que él ama.
-No más que a ti-, susurra a
la dama, que por cierto, ya está suspendida en el aire, sabe que caerá, pero a ella
no le importa.
Y comienza aquella danza
demencial, casi bestial, entre dos cuerpos en el cielo.
Pues todos sabemos, que
ellos no son bien recibidos en piso firme.
Han trazado ya su propio
horizonte, no necesita ser analizado.
Cada paso ha roto estrellas,
pero no les importa. La oscuridad es un miedo que no les aterra del todo.
Y las personas abajo, gritan
sin saber qué pasa, pues el cielo llora sangre.
-Ha terminado la pieza-, le
dice.
No es grotesco que sepan que
el vestido está desecho, que la han roto, y que no necesita de su ayuda.
Y él… prefiere encontrar una
estrella, pues el venado ha sido muy fácil de cazar.
He adelantado el reloj. Y la
zapatilla está en su lugar.
-Esperaré-.
Ytzel Maya
Estudiante de letras hispánicas en la
Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, a veces pintora, a veces escritora;
enamorada de las mujeres, amante de los hombres. En este momento tomando cursos
de creación literaria en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia
(CCLXV). Trastornos alimenticios y esas cosas van con ella.
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