en las manecillas cuelgan rostros
con preocupaciones laborales.
Foto: Virginia Piña |
perros sacrificando su sombra de un ladrido,
niños pintando el desamparo
con los ojos en el pizarrón sólido
y palomas no mensajeras
embriagadas de aire
picotean la distancia.
Esta ciudad no vuelve a retoñar
como los árboles,
hay edificios descamándose
avenidas fatigadas por los pasos
semáforos viejos, jorobados
perdiendo el equilibrio
minutos atravesando almas
esquinas donde se dobla el camino
y un nuevo laberinto se asoma.
JuventinoGutiérrez
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