Encontrarás sin ninguna huella mía los vasos, limpios los hocicos y los vientres de las copas. Pero mis manos ya acarician otras pieles de cristal, y mis labios besan ya otros labios, e indagan y ya beben de otras vaginas, y en los bordes y dentro de esos recipientes ya también se encuentran mis dichos, mi llanto y mi saliva.
Dejé intactos los mares u océanos de licores
flotar a la deriva los pequeños cubos de hielo y sobre ellos
dejé naufragar las imágenes del recuerdo y mi locura
pero no existe frío que resista los noventa y seis alcohólicos grados
o los amaneceres atardeceres de esta vida
todo se ahoga ahí tienes como ejemplo a mi juicio
Dejé de beber licores y cervezas ayer hoy o mañana por la mañana
o por la tarde o medianoche que dejé de brindar por ti
No me verás más por las calles con tentáculos de pulpo o de anémona citadina
intentar sostener las paredes de un mundo que se derrumba
dejé de invocar con mis gritos y mi vómito a los demonios de la noche
que mis ropas se deshicieran con escandalosos perfumes con aroma a puta caliente
dejé limpio a mi cuerpo de ladillas y gemidos de hoteles de quinta clase
de los rastros de jabón enano
de ahora en adelante mi cuello es a prueba de graffiti chupetones y mordiscos
Dejé de beber alcohol pues no necesito ni siquiera un maldito sorbo
aunque sé que siempre seré un ebrio
siempre beberé angustias que tengan el sabor del ajenjo siempre
se deslizarán por mi garganta desesperaciones que tengan color a vino tinto
Dejé de brindar con whiskey vodka y tequila con sotol bacanora y mosquito
con mezcal aguardiente charanda alcohol de caña con pulque y colonche
dejé de brindar por el escorpión y la llama que producen todos ellos
porque ya fuera uno u otro se devorarán aquellas lágrimas de marica o mariamagdalena
que de vez en cuando traicionaban mi hombría tan bien fundada
Ya no busqué refugio en los altares de los bares las cantinas
pero no puedo dejar de comulgar con los sueños porque son éter y me elevan
ya no busco consuelo con vírgenes de burdeles de piqueras de la mala o buena muerte
pero no puedo negar mi sed ni colocar mis manos mi sexo en el lodo
para esperar que se me pudra el tacto sea caduca mi lujuria
o que a ambos le crezcan flores y raíces
Dejé de intoxicarme con visiones reales falsas artificiales o quimeras del paraíso
pero no puedo negarme a vivir también entre sombras
porque todas ellas tienen las piernas largas y siempre abiertas
Dejé de beber alcohol pero sigo regurgitando hacia dentro, defecando hacia arriba, y aún sigue inundado el lado oscuro de mis pupilas. Le corté el cuello a la rima con mis dientes, le arranqué las piernas al verso con martillo y sierra, fumé las cenizas de la poesía con cristales nicotina y alcaloides. Y yo sigo bebiendo, pero lo he dejado de hacer.
Un demonio escribe a mi nombre, y de forma extraña, con mis sentencias también escribe.
Eduardo OlivaresMendoza
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