Para Jaime Sedano, en recuerdo de las largas autopistas y la velocidad
que el café inyecta a las teclas en la madrugada
¿Recuerdas cómo fue?
yo estaba medio ebrio,
lo suficiente para invitarte a robar en un
supermercado
y después correr aprisa,
el corazón palpitando aceleradamente;
después nos detuvimos en una calle oscura
para besarnos
y reír
Hablamos largamente
y yo toqué con un dedo el borde de tu boca
te pedí silencio
Bebimos cerveza
(sabio cáliz)
y eso te pareció excitante
Hice todo por complacerte:
una bella cogida contra la pared
en el callejón sin luz
donde nos conocimos
el pene erecto
hinchado y feliz
tus nalgas endulzadas y apretadas
la ropa cayó al cielo,
como pétalos
y yo nunca dejé de acariciarte
Pero llegaron los que cuidan el orden,
(en grupo) mecánicos y uniformes,
con un mismo rostro.
Después lo previsible:
cuerpos apresados, enlazados, espaldas desnudas
manos horrorosas acariciándote,
miradas de extravío y dolores al moverse,
voces en la celda de al lado,
manos en las heridas ardorosas,
hasta que lo rojo forme un charco y tome
su cauce entre los ladrillos
Espero que algún día de año nuevo me busques
y podamos nuevamente,
correr donde los habitantes vagan
insatisfechos en la noche, desnudos espectros buscándose
Entre sí en el silencio.
Agustín Azcona Hernández
Desnudo femenino, David Rosales (2004) |
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